Quién iba a decir a principios de enero que 2016 deparaba prueba tras prueba a la UE para seguir adelante. Cuando parecía que la economía de la Eurozona comenzaba a respirar tras las incertidumbres de los últimos años, llega junio para poner, en parte, de nuevo a la Unión en estado de expectación.

Por un lado, por segunda vez, los españoles están llamados a las urnas para depositar su voto ante la falta de entendimiento de los principales partidos políticos ante los resultados, nada concretos y sin mayorías, que arrojaron las últimas elecciones de diciembre.

Será el domingo cuando de nuevo se ponga a prueba la credibilidad de los distintos candidatos a Presidente del Gobierno y cuando, presumiblemente, comiencen de nuevo las cábalas para ver quiénes harán pacto de gobierno y en qué condiciones.

Pero, aunque esto nos pilla cerca y repercute en cierta medida a la Unión Europea porque serán los interlocutores en lo que a política comunitaria se refiere, lo que de verdad tiene en jaque al Viejo Continente es el referendum que llevará a los británicos a decidir si su deseo es seguir o no formando parte de una unión a la que, desde el principio, puso sus condiciones. No en vano, es de los pocos países que aún conservan, por poner un ejemplo, su propia moneda y no se ha sumado al uso común del euro.

Las bolsas ya empiezan a temblar ante el resultado que pueda arrojar (algo similar pasó ya el año pasado con el referendum de Escocia) dicha consulta puesto que, según las encuentas, el resultado está más que peleado por ambas posturas. Es tanto así, que incluso los periódicos y principales tabloides han tomado partido y han decidido apostar por una clara postura para sus lectores.

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El hecho de que Reino Unido saliera de la Unión, supondría un problema para muchas empresas que empezarían a encontrar cómo no sería tan sencillo hacer negocios en las mismas condiciones que con otros países comunitarios y, no nos olvidemos, del peso de Londres dentro de la economía europea.