Amanecíamos con la noticia de que, en Londres, había sido despedida una trabajadora por no acudir a su centro laboral con tacones. ¿Es eso posible?

Nicola Thorp, recepcionista de un hotel, acudió a trabajar sin llevar en sus pies tacones, sino zapatos planos. ¿Cuál fue el problema? El código de vestimenta impuesto por la compañía, en la que se exigía que, las mujeres, deberían llevar tacones de entre 5 y 10 centímetros.

Y aquí llega el debate de siempre, ¿se puede exigir un vestuario para trabajar? Lo cierto es que, guste o no, son muchas las empresas que exigen un estilo a sus trabajadores. En caso de que no exista uniforme, como en el caso de grandes compañías de trabajo cara al público, sí hay muchas que cuidan la imagen hasta el límite de exigir eso, qué tipo de zapato debe llevarse en las horas laborales.

Sea como fuere y sin entrar a valorar si es ético o no, lo cierto es que Nicola fue despedida y decidió poner en marcha una recogida de firmas para que ésto cambiara. Lo que no esperaba es la aceptación que ha tenido. En cuestión de horas llegó a más de 30.000 firmas, algo que pone en aprietos al propio Gobierno Británico que tiene que pronunciarse sobre ello (según la legislación británica, con 10.000 firmas, el gobierto tiene que tomar partido por una petición). De hecho, puede conseguir un precedente único en lo que se refiere al campo de la injerencia en las empresas: como llegue a 100.000 peticiones firmadas, incluso puede haber un debate en el Parlamento.

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Aunque al principio sirviera sólo como desahogo para Thorp, lo cierto es que ha puesto sobre la mesa si una compañía puede o no exigir algo como eso. Habrá que esperar a ver cómo se van desarrollando los acontecimientos, porque al menos, ha conseguido, que la compañía revise si seguirá siendo obligatorio o no llevar esos centímetros de más.